Bellísima canción. La descubrí hace unos días, por casualidad, como en ocasiones se descubren los grandes tesoros. Supongo que tendrá muchas interpretaciones. Para mí, es un canto al anticonformismo, una ráfaga de aire puro. Es una exploración del sentido del amor y la amistad. Es una reflexión sobre la necesidad de correr riesgos y la importancia de los sacrificios que a menudo se deben hacer cuando realmente se ansía ser feliz. Es también un aviso y una referencia a esas tentaciones que tarde o temprano acaban saliendo siempre a nuestro encuentro (“peligrosas, que te invitan a parar”). Es poesía hecha canción. Es Silvio en su esencia. Disfrutemos.
En el borde del camino hay una silla
la rapiña merodea aquel lugar.
La casaca del amigo esta tendida
el amigo no se sienta a descansar.
Sus zapatos de gastados son espejos
que le queman la garganta con el sol
y a través de su cansancio pasa un viejo
que le seca con la sombra el sudor.
En la punta del amor viaja el amigo
en la punta más aguda que hay que ver.
Esa punta que lo mismo cava en tierra
que en las ruinas, que en un rastro de mujer.
Es por eso que es soldado y es amante
es por eso que es madera y es metal
es por eso que lo mismo siembra rosas
que razones de banderas y arsenal.
El que tenga una canción tendrá tormenta
el que tenga compañía, soledad.
El que siga un buen camino tendrá sillas
peligrosas que lo inviten a parar.
Pero vale la canción buena tormenta
y la compañía vale soledad
siempre vale la agonía de la prisa
aunque se llene de sillas la verdad.