It was one of the last days of March, if I remember correctly. Having crossed the Atlantic just one or two days earlier, I sat on a regional train, heading for an interview for the Cajamdrid Fellowship in Madrid. I wanted to relax a little bit, and this song was randomly chosen by my mp3 player. The lyrics toy around with metaphors based on the very Spanish tradition of eating twelve grapes as the clock strikes midnight on the last night of the year. As I listened to it, my mind drifted away for a few seconds and I kind of wondered what my life would be like a few months later, as I would be eating those twelve grapes once again. Now that the grapes are barely a few hours away, listening to this song takes me back to that morning in the train, a morning filled with a mixture of hope and excitement that will live on my memory with a soundtrack of its own. Happy New Year to everybody.
Ocurrió uno de los últimos días del mes de marzo, si no recuerdo mal. Tras cruzar el Atlántico uno o dos días antes, iba sentado en el cercanías para presentarme a una entrevista de la beca de Cajamadrid. Me apetecía relajarme un poco, y el mp3 escogió aleatoriamente esta canción de Amaral. Doce palabras, que simbolizan las doce uvas de la Nochevieja. Mientras escuchaba la canción, me preguntaba cómo sería mi vida el día de Nochevieja de este año, qué cosas habrían cambiado, que sorpresas me depararía el futuro en los meses por venir. Ahora, cuando apenas unas pocas horas me separan de esas mismas uvas, el escuchar la canción me hace recordar aquella mañana de tren. Vuelvo a sentir los mismos nervios, la misma ilusión, la misma incertidumbre ante el futuro. Supongo que es así como se va construyendo la banda sonora de nuestras vidas. Feliz Año Nuevo.
Ocurrió uno de los últimos días del mes de marzo, si no recuerdo mal. Tras cruzar el Atlántico uno o dos días antes, iba sentado en el cercanías para presentarme a una entrevista de la beca de Cajamadrid. Me apetecía relajarme un poco, y el mp3 escogió aleatoriamente esta canción de Amaral. Doce palabras, que simbolizan las doce uvas de la Nochevieja. Mientras escuchaba la canción, me preguntaba cómo sería mi vida el día de Nochevieja de este año, qué cosas habrían cambiado, que sorpresas me depararía el futuro en los meses por venir. Ahora, cuando apenas unas pocas horas me separan de esas mismas uvas, el escuchar la canción me hace recordar aquella mañana de tren. Vuelvo a sentir los mismos nervios, la misma ilusión, la misma incertidumbre ante el futuro. Supongo que es así como se va construyendo la banda sonora de nuestras vidas. Feliz Año Nuevo.