Last Sunday, I went to watch a screening of all the Oscar nominated short films at a local theater in Baltimore. I didn’t even know that this kind of screenings existed. You pay the same price as you usually do for a regular movie, and you get to watch all the nominated shorts, both animated and live-action.
El domingo pasado fui a una sesión especial en un cine de Baltimore en la que mostraban todos los cortometrajes nominados a los Oscar de este año. Yo ni siquiera sabía que este tipo de sesiones existían. Pagas el precio de una entrada normal de cine, y ves todos los cortos nominados, tanto los de animación como los de acción real.
When it came to the animation shorts, the authors displayed very different styles and very different moods. Two of them captured my attention for being both funny and technologically advanced.
En lo que respecta a los cortos de animación, los autores hicieron gala de estilos y tonos muy diferentes. Dos de ellos me llamaron la atención por ser muy desenfadados y espectaculares desde el punto de vista tecnológico.
The first one was Oktapodi, a two-minute animation created by a bunch of French students:
El primero fue Oktapodi, un corto de un par de minutos, creado por un grupo de estudiantes franceses:
The second one was Presto, a state-of-the-art production from the Pixar factory:
El segundo fue Presto, una producción de Pixar, que como es habitual demuestra estar a la vanguardia en las técnicas de animación por ordenador:
The short that impressed me the most, however, was a Japanese one titled La maison en petit cubes (a title in French that means “the house made of little cubes”). It was shown right after Oktapodi, and I must confess that, at the beginning, I thought it was not very good at all. After all the excitement and high-tech visuals of the octopus runaway, I almost found myself falling asleep when that old man appeared in the screen. The action was slow and the drawing style was not particularly appealing. Nevertheless, after a couple of minutes the story started to make sense and I started to understand the beauty of the video in front of me.
En cualquier caso, el corto que más me impresionó fue uno japonés titulado La maison en petits cubes (que se traduciría del francés más o menos como “la casa hecha de cubos”). Lo pusieron justo después de Oktapodi, y la verdad es que al principio no me entusiasmo demasiado. Vamos, que casi me duermo. Tras toda la emoción de la lucha entre los pulpos y el tío de la furgoneta, la aparición en pantalla del viejo en la casa rodeada de agua me pareció bastante poco interesante. El ritmo era muy lento, y el estilo de los dibujos tampoco me apasionó. Sin embargo, al cabo de un par de minutos algo hizo "click". Las cosas empezaron a encajar, la historia comenzó a cobrar sentido, y poco a poco fui dándome cuenta de la belleza del vídeo que tenía ante mí.
The water level keeps on rising, and we are constantly forced to move forward, taking just a handful of things with us at each time and heading for a rather uncertain future. A beautiful metaphor of life. Every time that we build a new house on top of the previous one, our space becomes a little bit smaller, and we all know that sooner or later we will run out of it. Still, we strive to survive. Time just creeps at our feet, slowly but surely. The people that we love share with us a part of the ride, but sometimes this makes it even harder to live without them when they are gone. Still, we insist on remembering. We dive into the deep ocean of our past reflections to search for those blinding sparks that made our lives worth living. When I got back to my apartment, I learned that La maison en petit cubes had won the Oscar in its category. It was well deserved.
El nivel del agua no deja de subir, implacable, y nos obliga a llevar a cabo una huida hacia delante. En cada nueva etapa, debemos volver a empezar llevando con nosotros sólo un pequeño puñado de cosas, y siempre es mucho lo que se queda atrás. Nos vemos avocados a un futuro incierto. Es una metáfora bellísima de la vida. Cada vez que construimos una nueva casa encima de la anterior, nuestro espacio vital es un poco más pequeño, y todos sabemos que tarde o temprano acabará por agotarse. A pesar de todo, luchamos por sobrevivir. El tiempo nos pisa los talones, sin prisa pero sin pausa. La gente a la que de verdad queremos comparte con nosotros una parte del viaje, pero a veces esto sólo sirve para que cuando nos falten su ausencia se vuelva más dolorosa. A pesar de todo, optamos por recordar. Buceamos en el profundo océano de la memoria buscando el reflejo de aquellos fugaces destellos que dieron luz a nuestros días e hicieron que mereciera la pena vivir. Al llegar a casa, me enteré de que La maison en petits cubes había ganado el Oscar en su categoría. Un premio merecido.
Gracias Paco,
wonderful words and beautiful thoughts.
Aquí el enlace actualizado:
http://www.youtube.com/watch?v=b_Wrx8CUzh8&feature=related
Tal y como lo hablamos...